Las plumas de vidrio tienen estrías que permiten retener más cantidad de tinta, lo que se traduce en un mejor rendimiento de la carga y en la posibilidad de realizar un mayor número de trazos sin la necesidad de volver a sumergir la pluma. Las estrías pueden ser rectas, retorcidas o semi retorcidas. En el caso de las primeras, siguen una línea recta desde la base hasta la punta de la pluma, lo que permite que el flujo de la tinta sea constante. En las retorcidas, las estrías describen una forma espiralada desde la base hasta la punta y permiten una mayor carga de tinta. Finalmente, en las semi retorcidas, las estrías son espiraladas hasta la mitad de la pluma y luego se hacen rectas hacia la punta, lo que da como resultado una carga y un flujo intermedio entre las dos primeras variantes. Aunque el cristal se templa para mejorar su dureza, estas plumas son delicadas y requieren de ciertos cuidados. Se las afila con una lija de grano fino y son muy fáciles de limpiar, basta con sumergirlas en agua y secarlas con un paño, además se las puede emplear con diferentes tipos de tinta, incluso con acuarela. La desventaja que tienen con respecto a las plumas de ave o las metálicas es que no permiten variar, por presión, el grosor del trazo; en las plumas de vidrio el trazo es uniforme y constante. Son instrumentos de una gran belleza pero no una opción a tener en cuenta entre calígrafos y dibujantes.