Los medios y los barnices siempre han formado parte de los secretos mejor guardados por los pintores de todas las épocas.
Estos secretos no comprenden únicamente a los componentes de estos medios y barnices sino, además, a la manera de prepararlos y sobre todo a la etapa y al momento justo en el que se los debe aplicar.
Hacia finales del siglo XIX, los grandes proveedores de productos para artistas introdujeron en el mercado diferentes medios, aditivos y barnices para mezclar con la pintura al óleo que, por aquel entonces, ya se manufacturaba y se comercializaba en tubos de plomo. Estos medios y barnices se proveían en pequeños envases de vidrio, conservando la tradición de guardar estrictamente el secreto de su fabricación.
Mucho después, la industria química ya no necesitó de los artistas para obtener las viejas recetas y comenzó a realizar ensayos para optimizar las fórmulas de sus productos.
Esta nueva industria aprovechó la falta de oficio de la mayoría de los artistas modernos y, a través de una eficaz publicidad, indujo a los pintores a no responzabilizarse por la calidad técnica de sus obras y a dejar en manos de un plantel de químicos la producción de materiales que serían aplicados, sin respetar las reglas del buen artesano.
La firma británica Winsor & Newton, junto a la holandesa Royal Talens y a la fracesa Le Franc & Cie., dominaron el mercado internacional, mientras que en Argentina, serán Alba y Pelikan las que proveeran a los artistas este tipo de productos. |