El lápiz es la herramienta de dibujo más versátil y sensible. Permite realizar rápidos apuntes o detallados trabajos.
Con el lápiz se pueden obtener trazos delicados y sutiles o generar gestos de gran fuerza y energía además, permite la combinación armónica de la línea y el tono.
En los lápices de grafito, el material natural se reduce a polvo y se mezcla con arcilla, la que se amasa hasta formar una pasta. Esta pasta se comprime y se estira hasta conseguir delgadas barras, las cuales se dejan secar antes de cocerlas en un horno. Después de la cocción, se las impregna con una capa de cera, lo que permite conseguir trazos más suaves.
Más tarde, las barras (minas) se protegen con dos piezas de madera encoladas, generalmente de cedro.
Los lápices de grafito se fabrican en una variada gama de gradaciones, que van desde el más duro H, hasta los más blandos B.
La dureza de las minas está determinada por las proporciones de grafito y arcilla que se empleen en su fabricación. Si contiene más grafito, el lápiz será blando, y viceversa.
La gama de lápices duros va desde el 9H (el más duro), al H (de menor dureza); la de los blandos va desde el 9B (el más blando), hasta el B (el menos blando). Los lápices F son de dureza media y los HB, de blandura media. Éstos últimos se emplean específicamente para la escritura.
Los lápices blandos producen trazos ricos y negros y son apropiados para bocetos rápidos y tonos expresivos, sobre todo cuando se aplican sobre papeles texturados. Tienen minas más gruesas y deben afilarse con cuchillas o papel de lija. |