Las marcas de biblioteca para niños
Estas marcas están destinadas para aquellos que comienzan a dar sus primeros pasos entre las letras y se diseñan con el claro objetivo de fomentar el amor a la lectura y afirmar la valoración por los libros.
A estos ex libris, generalmente, se los ilustra con objetos asociados a los juegos propios del entorno del niño y propician la incorporación del libro a las actividades lúdicas de la infancia. En el diseño también está explícita la intencionalidad de despertar un interés por las artes.
Muchas de estas viñetas fueron diseñadas por artistas para sus propios hijos, para los de sus amigos o para los hijos de bibliófilos, como la que diseñó el catalán Apeles Mestres para Laura R. de M., el de Ramona Monsalvatje, realizado por Joaquín Renart, sin olvidar el que Alejandro de Riquer dedicó a Emilia.
Por estos ex libris desfilan alumnos vestidos con uniformes de época, muchas veces realizando sus tareas o leyendo libros de cuentos; en soledad, en grupos, acompañados por sus mascotas o por sus juguetes preferidos. En ocasiones resulta difícil determinar cuáles fueron pensados específicamente para bibliotecas infantiles ya que muchas veces se los puede confundir con marcas en las que los protagonistas son niños.
Las ilustradoras de libros infantiles se destacaron en este tipo de diseños, como las inglesas Kate Greeneway (1846-1901) o Jessie M. King (1875-1949), la norteamericana Ely Margaret Webb (1887-1965) o la alemana Mathilde Ade (1877-1953), entre muchas otras que dejaron testimonio de su conocimiento profundo del entorno de los niños.
En 1912 estuvieron en venta, editados por Lloyd Adams Noble, unos pequeños librillos que contenían una serie de ex libris mudos destinados a los jóvenes que, como todos sabemos, debían ser completados por el dueño de la biblioteca y servían como remplazo de burdas inscripciones, cuando no, de los nefastos sellos de caucho. Al final de esta serie pueden verse la cubierta y el interior de estos librillos que contenían viñetas troqueladas para facilitar su corte y engomadas en sus dorso, a la manera de los sellos postales. Este tipo de ex libris no sobrevivió demasiado tiempo; a pesar de ello no dejan de constituir un antecedente de los que hoy día pueden encontrarse (desencuadernados) en los comercios.
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