Emilio Bertrand
Ex libris para la Biblioteca del Congreso Nacional
Cliché, 65 x 95 mm - Buenos Aires, 1903
 
  Alfonso Bosco
Ex libris para J. E. Compiani
Aguafuerte, 130 x 100 mm - Buenos Aires, sin fecha
 
  Autor no identificado
Ex libris para Arturo Peña
Cliché, 125 x 85 mm - Londres, 1930
 
 

Alfonso Bosco ?
Ex Libris para Pedro Narciso Arata
Aguafuerte, 60 x 60 mm - Buenos Aires, sin fecha

 


El coleccionismo y los colceccionistas

A pesar de que existen antecedentes de una colección alemana de ex libris que data de mediados del siglo XVIII, la colección que reunió Adelaide Le Caron de Fleury es la más antigua de las que podemos identificar a su propietario. Se cree que fue formada entre los años 1780 y 1793, aproximadamente. También Jenkins de Bath (activo en torno al año 1820) formó una colección de este tipo de marcas.
Pero la práctica de reunir estas obras de arte será estimulada por la publicación del primer tratado sobre ex libris editado en el año 1875 por el francés Auguste Poulet-Malassis (1825-1878), Les Ex-libris Français Depuis Leur Origine Jusqu'a Nos Jours.
Solo cinco años después, el inglés John Byrne Leicester Warren (1835-1895) publicará A Guide to the Study of Book-Plates, provocando una verdadera moda entre la clase culta europea. Este tratado es considerado el impulsor del coleccionismo.
Otro factor que estimulará el coleccionismo es la formación de la Asociación Británica en 1891, a la que rápidamente le sucederá, ese mismo año, una asociación semejante en Alemania. En 1894 se fundarán la Asociación Francesa y la Norteamericana.
Los coleccionistas, que generalmente eran investigadores, ayudaron desde el principio a dar un justo valor a estas obras de arte en miniatura las cuales, hasta el siglo XIX, solo podían ser apreciadas por los que tenían acceso a los libros de importantes bibliotecas.
Las colecciones públicas más importantes tienen, precisamente, su origen en el esfuerzo de los expertos que celosamente reunieron y clasificaron ex libris durante buena parte de su vida. Este es el caso de Sir Augustus Wollaston Franks (1826-1897), quien legó su colección al patronato del Museo Británico y que hoy constituye la base de la colección más importante del mundo.

En Argentina

Según Francisco Esteve Botey en su libro Ex libris y ex libristas, el señor José Eugenio Compiani (1881-1940) poseía, en la primera mitad del siglo XX, una colección de más de dos mil marcas de biblioteca.
María Magdalena Otamendi de Olaciregui (1920-1977), fundadora de la Asociación Argentina de Exlibristas, logró reunir una muy significativa colección, la que fue donada por sus herederos a la Biblioteca Nacional. Esta colección es la más numerosa de Sudamérica y está integrada por, aproximadamente, unas 22.000 marcas originales, además de matrices, catálogos y libros sobre el tema.
También Miguel Alfredo Oliver (1912-2008) fue un experto en este tema.
Arturo Peña, Ana María Anasagasti de Moody y Justa Dose de Zemborain (1894-1978) formaron sus propias colecciones.
Sería injusto dejar de citar al diplomático y bibliófilo nacido en Montevideo, Fermín Carlos de Yéregui, gran propagador del ex libris en el Río de la Plata y el único sudamericano que en 1900 formaba parte de la Société française des collectionneurs d'ex-libirs. Yéregui contó con una gran variedad de marcas para el intercambio, algunas de las cuales fueron encomendadas a destacadísimos artistas europeos.
En la actualidad son poseedores de marcas de bibliotecas argentinas antiguas: Carlos Dellepiane Cálcena (diplomático e historiador), Bernardo Lozier Almazán (historiador perteneciente al IBAN), Roberto Müller (historiador e investigador, ex director de la Biblioteca del Jockey Club Argentino) y Daniel Salaverria (artista plástico e investigador).


Este artículo fue publicado en el Catálogo de la Exposición EX LIBRIS La heráldica de los libros, Colección de ex libris de la Biblioteca Nacional, realizada en la Sala Leopoldo Marechal, entre el 24 de abril y el 28 de mayo de 2015.


 
 
 
   

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